A lo largo de este artículo vamos a intentar definir el concepto de cultura, para lo cual, nos será muy necesario examinar de cerca cada una de sus características. Aprenderemos también sobre las distintas ventajas y limitaciones que podemos encontrar hoy en día en cualquier tipo de cultura.
1 – La cultura como mecanismo de adaptación:
Los antepasados de los seres humanos actuales proceden de regiones cálidas, tropicales y subtropicales africanas. Se estima que los primeros seres humanos aparecieron sobre la faz de la tierra hace unos dos millones de años. Desde entonces, nos hemos adaptado para ocupar casi la totalidad de la superficie del planeta, que se a que nuestro cuerpo sigue estando diseñado para sobrevivir en un clima tropical.
¿Cómo un animal tropical puede sobrevivir en el resto de regiones más templadas del planeta? La respuesta a esta pregunta la encontramos en la cultura. La cultura ha sido, y sigue siendo, un mecanismo de adaptación para nuestra especie. Las habilidades para cazar, el control del fuego, la agricultura, el comercio… Forman parte de nuestra cultura, y a la vez nos han permitido evolucionar y adaptarnos a sobrevivir en cualquier entorno.
Tras la última glaciación, apenas existían menos de 10 millones de personas en todo el planeta. En la época de Jesucristo se estima que existían unos 250 millones de personas. Actualmente son más de 7000 millones de personas, ocupando lo largo y ancho del planeta, destruyendo los bosques, consumiendo petróleo, llenando el cielo de artefactos… La cultura nos ha convertido en el más peligroso animal que nunca ha existido sobre el planeta, sin embargo, pese a todo este progreso, no dejamos de ser unos monos frugívoros que intentan ser felices comiendo hamburguesas.
2 – La cultura se aprende:
Otra de las características fundamentales de la cultura, es la facilidad para trasmitirse de padres a hijos. Los bebés humanos vienen al mundo sin apenas otro instinto que le llorar y el de mamar, sin ningún tipo de conocimiento cultural. Sin embargo, los bebés están genéticamente predeterminados para aprender de manera acelerada un idioma complejo y cualquier tipo de entramado cultural. Cualquier bebé puede criarse en cualquier tipo de cultura, y lo hará de manera rápida y exitosa. Por suerte o por desgracia, la cultura no es instintiva, ni tenemos la necesidad de programarnos genéticamente para pertenecer a unos u otros rasgos culturales.
3 – La cultura es acumulativa:
Cada generación de seres humanos tiene la capacidad potencial de descubrir e inventar nuevas tecnologías. Las nuevas habilidades y conocimientos culturales se añaden al bagaje anterior aprendido por las generaciones pasadas, dando como resultado una cultura cada vez mayor. Los estudiantes de hoy en día están familiarizados con las distintas teorías matemáticas que hace más de 2000 años idearon y desarrollaron los antiguos griegos como Arquímedes, Pitágoras…
Estas nuevas ampliaciones culturales han ido apareciendo desde el inicio de la agricultura de manera exponencial. En los últimos 100 años, se han conseguido unos avances tecnológicos de una relevancia mayor a los conseguidos en los últimos 5000 años. Pero, además de la cultura, el crecimiento de la población también ha aumentado de manera exponencial. Hoy en día, existen personas vivas que nacieron antes de los teléfonos móviles, de las computadoras, del televisor, de los antibióticos, incluso antes del aparición de los aviones. Estas personas de edad avanzada, que a menudo tienen dificultades para adaptarse a los tiempos modernos, han sido testigos de cómo la población humana se ha doblado varias veces. En 1963, la población mundial alcanzó los 3000 millones de habitantes, con la llegada del siglo XXI, cuarenta años después, se alcanzaron 6000 millones de habitantes. Nos encontramos ante un problema de difícil solución, y una vez más, dependeremos de nuestra propia cultura para solucionarlo, o sucumbir. La evolución cultural humana puede verse como la solución a los problemas, y a la vez como un problema sin solución.
4 – La aparición de la agricultura:
Tal y como sostienen muchos filósofos, el origen de todos los problemas del ser humano comienzan con la agricultura. Hasta entonces, vivíamos en el paraíso, y al igual que el resto de animales, no necesitábamos trabajar duro para poder alimentarnos. La naturaleza provee alimentos a todas sus criaturas y no existía ninguna necesidad para actuar de esa manera y querer equipararnos a los dioses.
El inicio de la agricultura hizo posible que nuestros antepasados tuvieron un mayor control sobre los alimentos, pero a la vez sentó las bases de la propiedad privada, el reparto desigual de la riqueza, las guerras por conquistar territorios, las ciudades, la explotación laboral, la esclavitud, el hambre, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, los virus… Se abrió la caja de Pandora y con la agricultura, todos nuestros fantasmas quedaron sueltos.
5 – Cambio cultural:
No todo el conocimiento cultural se acumula de manera perpetua. Muchos rasgos culturales viejos son sustituidos por otros nuevos y se pierden para siempre, ya que dejan de ser útiles para la sociedad. Antiguamente los seres humanos estaban adaptados para resistir las inclemencias del tiempo, sabían encontrar alimento en los bosques y defenderse de los depredadores. Hoy en día, los habitantes de las ciudades no tienen las habilidades necesarias para sobrevivir en un bosque o en un desierto. Han sustituido todos estos conocimientos por otros nuevos, de carácter más útil, como hacer la compra en un supermercado o conducir un vehículo.
Podemos afirmar que las culturas cambian con el tiempo, no permanecen estáticas. Sin embargo, la aceptación del cambio sí que es una característica que varía de una sociedad a otra. Así pues, podemos encontrar sociedades o culturas que aceptaron la esclavitud como característica propia, mientras que otras sociedades se horrorizaba desde la distancia. Hoy en día, existen sobre el planeta culturas que aceptan el matrimonio entre personas del mismo sexo, y al mismo tiempo, culturas cuya legislación castiga con la pena de muerte la homosexualidad.
6 – Etnocentrismo:
Se define etnocentrismo, el hecho de desconocer el resto de culturas y aceptar como única válida la nuestra. De nuevo, aparece otro de los grandes problemas de la sociedad. A pesar de la globalización, de los grandes avances tecnológicos en el transporte y las telecomunicaciones, de Internet, de la televisión… Sigue existiendo choques culturales insalvables entre diferentes sociedades.
Las culturas europeas condenan la poligamia, pero admiten la homosexualidad, mientras alimentan a sus perros con carne de vaca y contaminan los campos con insecticidas. Al mismo tiempo, las sociedades musulmanas conservadoras aceptan la poligamia, condenan la homosexualidad y consideran a las mujeres europeas como inmorales y ofensivas. También suelen considerar a los perros como animales sucios, y no resulta extraño observar como son golpeados a patadas. En el sudeste asiático, a su vez, encontramos otros choques culturales que evidencian el etnocentrismo, cuando algunas sociedades se alimentan de perros, otras hacen culto a las vacas, y otras utilizan los insectos como fuente de alimentación.
A simple vista, puede parecer que el etnocentrismo tiene rasgos positivos y rasgos negativos para la sociedad. Desde una perspectiva objetiva, los rasgos negativos son obvios: como resultado se obtienen numerosos prejuicios y rechazos de unas culturas sobre otras. Pero la parte positiva del etnocentrismo se basa en la propia protección de los rasgos culturales. El rechazo a otros alimentos u otras costumbres permite conservar la singularidad de la propia cultura, y ayuda a mantener la separación suficiente que hace que hoy en día podamos disfrutar de tanta variedad cultural.
7 – División de especialidades:
El conocimiento cultural no se reparte de manera equitativa entre todos los miembros de dicha sociedad, ni tampoco es exclusivo de cada uno de los individuos. En ocasiones el conocimiento cultural se divide entre los distintos géneros. Muchas sociedades limitan el conocimiento referido a ciertas habilidades, como la guerra, los automóviles o la caza al género masculino, y orientan otro tipo de conocimientos, como la ropa, maquillaje, limpieza… al género femenino.
Esta división de conocimiento se vuelve realmente especializada cuando se divide a través de las distintas clases sociales, profesiones, grupos religiosos, y otro tipo de asociaciones. Resulta común, que conversaciones especializadas entre profesionales de la medicina resultan extrañas y confusas para otro tipo de sectores como los abogados o los agricultores. La sociedad en conjunto aprovecha el conocimiento cultural, pero la distribución de dicho conocimiento se realiza de manera especializada.
8 – Patrones de comportamiento:
La cultura es la encargada de dictaminar los distintos patrones de comportamiento, indicando el tipo de actividades que deben llevarse a cabo. Por ejemplo, la cultura es la encargada de indicar cómo debe comportarse un marido, una esposa, unos padres a unos hijos. Se trata de ciertas reglas, en parte flexibles, que marcan y encauzan las diferentes situaciones del comportamiento social humano.
La cultura suele indicar el tipo de vestimenta que se permite en función del lugar al que se acuda, del trabajo que se ejerza, o del grupo social al que se quiera pertenecer. Estos patrones de comunicación que rodean el mundo de la moda pueden llegar a ser bastante complejos y variados, por lo que resulta particularmente difícil de comprender para hombres de otras culturas que no son capaces de identificar los sutiles matices. Por ejemplo, muchas mujeres jóvenes en verano, utilizan una ropa fresca que permite vislumbrar su belleza y sus contornos, y en muchas culturas, este tipo de vestimenta podría llegar a interpretarse por miembros del sexo opuesto como un tipo de invitación sexual.
Las sociedades musulmanes más conservadoras, suelen obligar a las mujeres a utilizar vestidos que cubren la totalidad de su cuerpo, incluso de la cara y de los pies. Estos patrones culturales aún se conservan en regiones profundamente arraigadas a la tradición islámica, como en Afganistán o países de oriente medio.