Los lípidos son productos bioquímicos orgánicos, tales como las grasas, aceites, esteroides, fosfolípidos, ceras… Forman parte activa en la estructura de las membranas celulares, y también ayudan a sintetizar distintas vitaminas y hormonas. Los lípidos también permiten la función de almacenamiento de energía. Siempre que hay una escasez de carbohidratos, el cuerpo tiende a descomponer los lípidos para liberar calorías, a través de un proceso conocido como “cetosis”. Actualmente, los nutricionistas recomiendan ingerir unos 65 g diarios.
Existen cuatro tipos de moléculas orgánicas entre las que se encuentran los lípidos. La mayoría de estas moléculas pueden distinguirse simplemente por su estructura, es decir, por el número y distribución de los átomos que contienen. Pero los lípidos, además se caracterizan por su comportamiento: no suelen disolverse con facilidad en el agua, pero en cambio son muy solubles en disolventes orgánicos.
Esta característica de disolverse uno en agua se relaciona a nivel atómico con la llamada “polaridad”. Cuando las partículas cargadas de la molécula se distribuyen de manera desigual, puede ser que una parte de la partícula tenga una carga positiva y la otra tenga carga negativa. Esta característica es propia del agua, que se comporta como un elemento polar. En cambio, los lípidos no son polares, por lo que no se mezclan bien con el agua.
Dentro de clasificación podemos encontrar las grasas, aceites, ceras y otros tipos de moléculas.
Tipos de lípidos:
Existen varios tipos de lípidos, que podemos dividir principalmente en dos grupos: los triglicéridos y los esteroles. Los triglicéridos contienen tres moléculas de ácidos grasos y una molécula de glicerol, constituyen un componente fundamental para el almacenamiento de la grasa en el cuerpo, formando el tejido adiposo. Los esteroles, son un tipo de lípido cuya estructura se compone de cuatro anillos de carbono y una molécula de oxígeno. El más famoso de los esteroles es el colesterol, fundamental para la estructura de las membranas celulares y para procesos de formación hormonal de testosterona y estrógeno.
Los ácidos grasos, al igual que las proteínas, tienen un grupo COOH. Este grupo se sitúa en el extremo de la molécula, la cual puede variar mucho en longitud. Algunos hidrocarburos suelen tener desde 4 hasta 28 cadenas de átomos de carbono en sus filas. El cuerpo suele almacenar la energía en forma de ácidos grasos a través de una capa de glicerol. Se forman los llamados triglicéridos, entre los que se encuentran las grasas y los aceites, tanto saturados como insaturados, dependiendo de la longitud y de la unión de sus enlaces.
Los lípidos anfifílicos:
Muchos lípidos contienen estructuras cuyas regiones pueden tener distintas polaridades. La parte polar del lípido puede mezclarse correctamente con el agua, por lo que se denomina parte hidrófila. En cambio, las zonas no polares del lípido, no pueden disolverse con el agua, y se denomina parte hidrófoba.
Cuando un lípido contiene estas dos partes dentro de su propia estructura, se denomina lípido anfifílico. Dentro de la familia que este tipo de lípidos encontramos los fosfolípidos, que se organizan formando glóbulos, de manera que el fosfato polar mantenga el contacto con el agua, y el resto de cadena no polar, se oriente hacia el interior. De esta forma las células consiguen formar una membrana a base de fosfolípidos. Esta membrana de doble capa es esencial para el correcto funcionamiento y desarrollo de la vida.
Alto contenido energético:
Los lípidos son conocidos por tener una alta densidad de calorías, lo que significa que son capaces de generar una gran cantidad de energía por un pequeño volumen de material. Se dice que 1 g de lípido contiene nueve calorías, lo que equivale a más de dos veces el contenido energético de las proteínas o de los hidratos de carbono.
Digestión y absorción:
A diferencia de los hidratos de carbono y de las proteínas, los lípidos se disuelven muy poco dentro del sistema digestivo. La digestión de los lípidos requiere el trabajo de una enzima soluble llamada “lipasa” que actúa sobre la superficie, descomponiéndolos en pequeñas gotas mucho más fáciles de digerir. Este proceso se llama emulsificación.