Muchas veces nos hemos preguntado cuáles son las características que definen a un pez. ¿Qué características tienen en común, los tiburones, las ballenas, las mantas, la morena, el mero, la trucha, el caballito de mar…? Es evidente que estos animales viven en el agua y tienen diferentes tamaños. La mayoría viven en el mar, pero otros peces viven en agua dulce.
En la imaginación del niño, cuando le pedimos que dibuje un pez, siempre representa un animalito con cola y aletas, unos más grandes o más pequeños, pero siempre con la misma forma. En cambio, un niño nunca dibujará un tiburón, o una manta raya, o un caballito de mar. Sin embargo, estas especies también se las denomina peces. Ahora bien, ¿entonces cuáles son las características de un pez? ¿Qué tienen en común, un tiburón ballena, el pez más grande del mundo, que puede alcanzar 15 m de longitud y pesar hasta 13.000 kg, y un gobio, que en plena madurez, resulta más pequeño que nuestro dedo meñique?
Los animales que nosotros denominamos como peces tienen infinitas combinaciones de formas y tamaños. Algunos viven en el mar adentro sobre la superficie, y nunca conocen el fondo marino. Otros viven en las profundidades y nunca llegan a ver la luz del día. Algunos son carnívoros, otros son herbívoros, y también destacan los amigos, que se alimentan de plantas y animales. Los hay que desovan en grandes grupos y nunca más vuelven a ver a sus parejas, y también los hay que se juntan con un compañero de por vida. Algunas especies proporcionan muchísima atención a sus crías, mientras que otras especies prácticamente desaparecen y dejan sus vástagos abandonados al libre albedrío.
Vamos con una definición más concreta de lo que viene siendo un pez: un pez es cualquiera de los grandes grupos de vertebrados acuáticos, de sangre fría, con aletas, que obtienen oxígeno haciendo pasar el agua a través de sus branquias. Estas características son comunes en todas las especies que hemos citado previamente. Se estima que en el mundo existen más de 28.000 especies de peces.
Los científicos consideran que los peces aparecieron sobre las aguas del planeta tierra hace unos 500 millones de años. La morfología de los peces podría considerarse bastante diferente al resto de los seres que poblaban los océanos. Hasta entonces los seres vivos se defendían evolucionando con sus partes duras en el exterior para protegerse de los distintos ataques. Pero la aparición de los peces suponía un grupo de seres que por primera vez se defendían con las partes duras en el interior.
Hasta ese momento, había animales de cuerpo blando como las amebas o las medusas, y una gran serie de animales protegidos por conchas y caparazones, pero no había habido animales con la parte dura en el interior. Posteriormente la madre naturaleza también dotó a los peces con partes externas duras como las escamas. Esta característica, sigue siendo causa de grandes debates dentro de la comunidad científica.
Los peces conocidos hoy en día como peces modernos pueden dividirse en tres clases:
– Agatha: son los peces y mandíbula.
-Chondrichtyes: son peces con mandíbulas que poseen un esqueleto de cartílago, como el tiburón y la raya.
– Osteichthyes: son peces cuyos esqueletos están formados por hueso.
Sin duda alguna, los peces que mayor controversia y mayor fascinación producen en el ser humano son los que poseen esqueleto de cartílago y grandes mandíbulas, como es el caso de la manta raya, el tiburón ballena, el tiburón martillo… Se estima que a nivel mundial existen unas 1200 especies de peces cartilaginosos. Se caracterizan, aparte de que su esqueleto está formado por cartílago, y no por hueso, también carecen de vejiga natatoria, y tienen de cinco a siete arcos branquiales. En general este tipo de peces no ha evolucionado demasiado desde la época de los dinosaurios.
En cuanto a los peces cuyo esqueleto está formado por hueso, se estima que existen más de 20.000 especies. Se caracterizan por ser mucho más duros y menos flexibles que los peces cartilaginosos. Existen en una asombrosa variedad de formas, tamaños y colores. Y pueden encontrarse tanto en el mar como en agua dulce. Se caracterizan por estar equipados con órganos bastante sofisticados, y muestran comportamientos que se adaptan de manera muy ingeniosa al entorno. Algunos peces de esqueleto óseo muestran una gran maniobrabilidad y velocidad. También se caracterizan por poseer una boca altamente especializada, con mandíbula protusible, con vejiga natatoria, y con un órgano interno que ayuda a controlar la flotabilidad.
Los sentidos de los peces:
Cualquier animal complejo necesita para sobrevivir adquirir información de su entorno a través de un sistema sensorial. Los peces están equipados con el sentido de la vista, olfato, tacto, y son capaces de detectar la luz, las vibraciones dentro del agua, y distintos productos químicos que pueden alterar su hábitat. Esto sentidos aumentan la cantidad de información cuando se combinan entre ellos, de modo que el pez es capaz de interpretar su entorno.
Muchos peces tienen un agudo sentido de la visión y confían en él para encontrar alimentos, buscar refugio, evitar la depredación o encontrar un buen compañero para reproducirse. Otros peces, son capaces de ver su entorno en muy bajos niveles de luz.
En términos generales, podríamos decir que la visión de los peces está a la par con la visión de los seres humanos, pero sus ojos son muy diferentes a los nuestros. Las lentes de los ojos de los peces son de forma esférica, lo que permite abrirlos de manera eficiente dentro del agua. La manera de enfocar, también es distinta a la de los seres humanos, moviendo la lente hacia atrás en lugar de estirarla. Los peces no pueden dilatar o contraer sus pupilas, pero en cambio el tamaño de los ojos tiende a aumentar en especies que viven en las profundidades, lo que les permite detectar su entorno con una menor cantidad de luz.
Los tiburones y muchas otras especies tienen una estructura especializada en el ojo que les ayuda amplificar la luz, llamada “Tapetum lucidum”. Esta característica es fácilmente observable y se puede detectar en inmersiones nocturnas cuando los peces son iluminados por una fuerte luz de buceo.
Los peces poseen un órgano llamado roseta olfativa, que se utiliza para detectar la presencia ante estímulos químicos. Este órgano es el equivalente a nuestro olfato, y les permite detectar niveles químicos tan bajos del tamaño de una milmillonésima. Un ejemplo de esta característica la encontramos fielmente diseñada en los tiburones. Cuando nos bañamos en la playa, no somos conscientes de que a varios kilómetros de distancia, ellos ya se han dado perfecta cuenta de nuestra existencia, pero por suerte, no les llamamos la atención.
Los peces también tienen desarrollado el sentido del gusto mediante papillas gustativas en los labios, la lengua y la boca.
Los peces, a pesar de no tener orejas, sí que tienen oídos, pero no se ven ya que se trata de órganos internos, y al igual que en los seres humanos, facilitan escuchar los sonidos del entorno y también cumplen funciones de equilibrio.
Pero sin duda, uno de los sentidos más representativos de los peces, es el sentido denominado como “línea lateral”, basado en una mezcla entre oído y tacto, que permite a los peces sentir el entorno mediante la detección del movimiento y de las vibraciones dentro del agua. Gracias a este sentido, podemos ver el comportamiento perfectamente sincronizado de los grandes bancos de peces que se mueven a la vez como si fuese un único organismo.
Por último, cabe destacar que algunos peces como el tiburón o la raya, están equipados con el sentido de la electro recepción, lo que les permite detectar los campos eléctricos que generan las contracciones musculares del corazón de otras criaturas. Son capaces de detectar campos eléctricos pequeñísimos gracias a las “ampollas de Lorenzini” que se concentran alrededor de la cabeza y del hocico. También utilizan este sentido para orientarse gracias a las ligeras variaciones en el campo magnético de la tierra.
La natación de los peces:
La densidad del agua hace que el movimiento bajo la superficie sea más difícil que el movimiento en el exterior, sin embargo, los peces pueden moverse con bastante rapidez y con un mínimo esfuerzo. Los peces utilizan sus músculos como energía motora y sus aletas, empuje y control direccional. Al nadar, los peces utilizan el cráneo como punto de apoyo para estabilizar el cuerpo.
El 80% de los músculos de un pez están destinados para la natación. Las aletas permiten a los peces ejercer el empuje proporcionado por los músculos. La estructura de las escamas y de la piel permiten reducir la resistencia al agua. Muchas especies de peces desarrollan una especie de moco que recubre sus escamas y que permite reducir la fricción o resistencia del agua.
Como hemos dicho antes, algunos peces poseen una vejiga natatoria, que no es otra cosa, que un saco de aire comunicado con el torrente sanguíneo ,que tienen dentro del abdomen, y que pueden vaciar o llenar en función de si el pez quiere subir, bajar o mantenerse flotando. Al igual que los buzos, la vejiga natatoria de los peces que habitan las profundidades, tienen mayor contenido en nitrógeno, mientras que los peces de superficie, tienen la vejiga con mayor contenido en oxígeno.
Formación de bancos:
Los peces tienden a reunirse formando grandes bancos, y suelen moverse de manera sincronizada. Normalmente, el 80% de estas formaciones suelen estar formadas por peces jóvenes, mientras que únicamente el 20% las forman los peces adultos. Los científicos consideran que esta agrupación cumple funciones de defensa ante los posibles depredadores. De esta manera, son capaces de detectar mucho más rápido si algún enemigo se acerca, y también evitan que el depredador pueda centrar su objetivo en un único individuo.
Al igual que ocurre con los pelotones de ciclistas, un banco de peces consigue obtener una gran ventaja de ahorro energético al protegerse de la fricción y de la resistencia del agua. Los peces se turnan de modo que el gasto energético se compensa entre todos los individuos del banco.